Soy Guna. Letona, madre y tejedora. A veces, una de estas 3 palabras toma más protagonismo y otras se silencian para luego salir a la luz con nueva fuerza.
Nací en Riga, la capital de Letonia. Soy del norte, introvertida y muy directa. A veces demasiado, lo reconozco.
Ser de una pequeña nación marca. Desde pequeña aprendí idiomas, porque los letones queremos hablar con el mundo y el mundo no habla letón. Los y las letonas somos muy trabajadoras y bastante perfeccionistas.
Veneramos nuestras tradiciones, para nosotras los trajes populares no son una pieza de museo, puedes ver los ornamentos típicos de nuestra cultura en los trabajos artesanos modernos, y todo letón sabe hacer algo con sus manos.
Todas las mujeres de mi familia han hecho siempre manualidades: han cosido, tejido en telar, a dos agujas o a ganchillo, bordado, macramé, hilado…
En 2012 me convertí en madre. Mi vida se cambió y ya nunca va a ser la misma. Tengo dos hijas: Mádara y Daina. Las dos tienen nombres letones que ha elegido su padre. Son unas chicas iberobálticas a las que les gusta la lluvia y visitar la patria de su madre.
El amor es la razón por la que yo vivo en España, por la que mis hijas han nacido en Madrid. Es amor al cine español, a Almodóvar y su película “Todo sobre mi madre”, con la cual decidí aprender español, y sobretodo, AMOR a Alfonso, el español con quien estoy ligada para siempre.
Desde que vivo en España, tejer me recuerda de dónde vengo y quien soy.
Tejer es lo que más me gusta hacer. Cuando voy a Letonia, intento pasar por algún campamento tejeril sin mascotas, hijos y maridos para varios días: solamente tejer.
El tejido es como un océano, nunca puedes decir que sabes todo y has probado todo. Simplemente, sabes más que esa adolescente que tejió su primer jersey, pero ni mucho menos sabes todo.
Hoy en día tengo mi taller A TODO PUNTO en el que ayudo a las alumnas a tejer sus sueños. A veces nos salen diseños estupendos, otras más normalitos y rara vez lo deshacemos todo. Pero así aprendemos, tanto ellas como yo.